13 de abril de 2011

Un pedacito del paraíso

Hace unos días tuve que ir al puerto de Xàbia (Jávea para los castellanoparlantes) por cosas del trabajo. Xàbia tiene un puerto pequeñito pequeñito ,pero muy cuco. La luz en él es especialmente intensa, cálida y revitalizadora... El aire viene impregnado de salitre almibarado..., puro Mediterráneo... Afortunados los javienses que viven en esa zona y los turistas que tienen tiempo de disfrutarlo, porque el puerto de Xàbia es una joya.

Y dentro de este paisaje casi idílico, yo diría que hasta mágico, el otro día me llamó la atención un rinconcito que hasta ahora (nunca es tarde cuando la dicha es buena) no había visto. Detrás del paseo, yendo hacia el puerto pesquero por la carretera, una escalera lleva hasta un pedacito del paraíso, o al menos eso me pareció cuando lo ví. Dos o tres bares pintorescos, con unas pocas sillas y mesas en sus terrazas, configuran un rincón en la "pujaeta" de lo más acogedor e incitante.

El nuevo descubrimiento activó mis neuronas y me puso a imaginar... De repente eché en falta la compañía de alguien interesante y fumador. Eso me parecía importante, que fuera fumador. No sé explicar el motivo pero el rinconcito idílico me hizo echar de menos el tabaco a pesar de que ¡¡lo dejé hace más de ocho años!! Bueno, la cuestión es que me apeteció coger mi moto, ir a buscar un hombre a la altura de las circunstancias y del lugar, claro, y llevármelo conmigo a la "pujaeta".


La pulsera blancinegre de La culpa es de Milú, ideal para la ocasión.

Sin corbata, sin camisa, sin tapujos. Dinámico, atractivo, conversador y fumador..., según mi imaginación. Nos sentaríamos al atardecer en una de las terrazas con vistas al mar y pediríamos un güisqui con hielo y un gin tonic. Y, dándole yo al de malta y él a la ginebra (uno de los dos tenía que seguir la moda), se sucederían la charla, las risas, los silencios... Hasta que el amanecer nos sorprendería con la mella del rocío salado en las gargantas y el frescor de la brisa noctámbula en los huesos...

El timbre del teléfono móvil, siempre inoportuno, me devolvió a la realidad. Pero, por fortuna, la realidad no dista mucho de lo que estaba imaginando. Tengo la moto, me gusta el güisqui y en el puerto de Xàbia hay un rincón paradisíaco que me está esperando. ;)

2 comentarios:

  1. dado que creo haber estado en el mismo sitio.......me ha gustado mucho este relato....tienes una forma de escribir que me gusta...no me gusta buscar el porque d e las cosas....y menos de los sentimientos.......por eso...sin más...me gusta....sin más me llega

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