27 de marzo de 2012

En la próxima vida...

"Qué cosas tiene la vida", cuántas veces lo habremos dicho. Si es que es así, la vida tiene cosas, buenas o malas, realmente sorprendentes. Aunque me resistía a creerlo, es cierto, todo va y viene debido a ciertos ciclos que rigen nuestras vidas sin que podamos hacer nada para controlarlos. Ciclos que, en este caso, nuestro caso, querido amigo, te han acercado y alejado de mí y vuelto a acercar fugazmente para volverte a alejar y, de nuevo, a acercar, espero que esta vez ya para siempre.


Crecimos juntos en las aulas de un pequeño colegio en las que se fraguó mucho más que una amistad. Yo sin saberlo, y tú sin decirlo, tu corazón, ya no tan inocente, latía al compás de mi respiración. Cegada por la inocencia, nunca imaginé tus sufrimientos... Suerte que has vuelto para contármelo, para decirme que nunca dejaste de sentirme cerca, tan, tan cerca, que parece imposible que hayan pasado ya casi treinta, sí, treinta años.


La intensidad de tus recuerdos me ha traído a la memoria imágenes que se mecían en el sueño del olvido, momentos que se marcharon contigo; los juegos, mi fuerza, tus mejillas sonrosadas por la furia o la timidez... Nuestra infancia. La de veces que la habrás añorado... La de veces que, a miles de kilómetros de mí, habrás soñado que volvíamos a jugar juntos... La de veces que habrás deseado que desentrañara el secreto que custodiaban tus azules y enamorados ojos.



Los ciclos -esta vez la culpa es de los ciclos-, nos han vuelto a unir, para desvelarme tus secretos. Y, ya sin vendaje, veo la luz de una mirada dulce e inteligente curtida por la dureza de las circunstancias; el resplandor de los esfuerzos recompensados. Eres un luchador, pero de los que ganan y de los que saben apreciar las mieles de la victoria, porque se la merecen.

Soy afortunada, amigo, muy afortunada. Como tú dices, quién sabe, quizás en la próxima vida... ;)