19 de julio de 2014

Como el pepino...

Casi un mes ya desde la última publicación... La culpa es de Milú, temperamental, idealista, soñadora, se mueve por instito, por impulsos viscerales..., siempre necesitada de las musas. ¿Qué hacer cuando ni la inspiración, ni la motivación acompañan? Paciencia, volverán... Han vuelto.

El pequeño huerto de mi padre ha empezado a dar sus frutos. Ensalada con un poco de lechuga comprada y los sabrosos tomates y pepinos del abuelo (el iaio). Cortando el pepino he recordado que hasta que no tuve uso de razón y alguien me dijo que si los cortabas por el lado equivocado amargaban, yo ni me había dado cuenta. Osea, que para mí los pepinos empezaron a amargar en el momento en que alguien me lo dijo, es más, desde entonces o nunca he sabido cortarlos bien, o es que siempre los encuentro acerbos.

Lo mismo se podría decir de la propia vida que, como el pepino, empieza a amargar cuando alguien te advierte de que no todo es fácil y alegre. Hay a quienes les empieza a acibarar en ese preciso instante y ya nunca más le encuentran el punto dulce, quizá porque, como pasa con los pepinos, nunca han sabido por dónde han de cortar.

Sin embargo, nunca pierdo la esperanza. Sigo empeñándome en encontrar el lado correcto y, aunque amarga a veces, la vida es un suculento manjar de los que hay que disfrutar más allá de consciencias, más allá de advertencias.

10 de junio de 2014

Feliz y orgullosa

No hace mucho tiempo ni me imaginaba que un día iba a escribir lo que realmente me diera la gana, sin dictados y sin premisas. Aunque llevo muchísimos años dedicándome a expresarme a través de la escritura, bueno, más bien a redactar, nunca pensé en desnudar mi alma. Y si lo consideré alguna vez siempre había una pregunta que me apartaba de la idea: "¿a quién le puede interesar lo que yo escriba?".


Hete aquí que, por unas cosas o por otras, llegó el momento de exponer en público una parte de mí, la de La culpa es de Milú, que casi nadie conocía. Comencé una nueva etapa para dar vida a La culpa..., creé un blog para promocionar mis creaciones, pero me he dejado llevar por el instinto y en los últimos posts me he dedicado a hacer lo que realmente me apetece hacer: contar cosas.


Os hablo de esto porque ha habido un momento en el que casi, casi, me he arrepentido de descerrajar los sellos de mi corazón y dejar fluir mis emociones. Casi, casi.., pero no, no pienso hacerlo, ¡nunca! Por fin hago y digo lo que deseo, lo que me pide el cuerpo, lo que me suspira el alma... Estoy feliz y orgullosa.


Y ya que estaba envalentonada, lo de dejarme llevar lo he aplicado a otros aspectos de mi vida. He tomado la iniciativa, he sacado la cabeza y he dicho quién soy y qué es lo que pienso, alto, claro y sincero... Es la primera vez en mi vida que mi profesión me ha sido realmente útil y complacedora. Como podéis imaginar..., estoy más feliz y más orgullosa aún.


Pero lo mejor de todo es que la pregunta que me planteaba ya tiene respuesta, una respuesta que cualquiera desearía, pero yo no esperaba y que me llega día a día a través de vuestros comentarios y -estoy impresionada-, con mucho apoyo, afecto y felicitaciones en la calle. Más feliz y más orgullosa es casi imposible. GRACIAS.

27 de febrero de 2014

De "guruses" y otras apariencias

Que me da por pensar, últimamente, en esas cosas profundas de la vida que son las que ya no tenemos tiempo de analizar porque la cosa va a una velocidad de vértigo. Y entre las pocas conclusiones que he extraído, equivocadas, seguramente, me quedo con una, la que más rabia me da, que para eso soy yo la que escribe, ea.

Ando en estas semanas de lo más ajetreada con un curso relacionado con Internet y las redes sociales, ese maravilloso mundo que todo lo va a solucionar (sí, ya, ja ja). A medida que pasan las clases y nos fulminamos las horas a base de supuestas lecciones interesantísimas para convertirnos en unos cracs de la red (sí, ya, ja ja), crece la percepción con la que entré en estas aulas; que si no acabo de adaptarme a estas cosas es porque el pilar sobre el que sustentan son las apariencias.

Veo a diario casos de marcas: empresas o personas (sí, a las personas se les reduce a la misma consideración que una etiqueta), que triunfan y fracasan en la red en cuestión de meses, semanas, incluso días u horas. Todo ello en función de lo que aparenten ser, porque en la red no cuenta lo que eres, sino lo que vendes. Con "lo que vendes" no hablo del producto o cantidad de productos, sino de lo que dices que eres y puedes ofrecer a los demás... No sé si me explico, pero es bien sencillo.

Basta con escuchar al público, a la gente que entra a las redes y cuenta sus cosas, para saber lo que buscan. Una vez que sabes lo que quieren tan sólo tienes que ponerle a tu marca una nueva máscara y hacer saber a ese público que tú o tu empresa sois precisamente lo que está buscando. Eso es... Aparentar.



Así, hay un montón de casos de gentes que lo hacen muy bien en la red, vendiendo de forma original, estudiada y diseñada (eso sí, hay que reconocerlo), una imagen de la nada de lo más apetecible. Y triunfan...

También conozco personas que en el cara a cara demuestran una gran inseguridad y destilan cierto poso de amargura, que se dedican a difundir mensajes positivos y recomendaciones para alcanzar la felicidad que se supone que les embarga. Y triunfan...

Luego están los famosos "guruses" de la red, que viven de dar lecciones a los demás copiando sus ideas de los post que escriben autores anglosajones en sus blogs. Lo mejor de todo es que se les considera "guruses" cuanto mayor es el número de seguidores que tiene su comunidad y eso, en algunos casos, se puede incluso comprar. Cuando se enfrentan al cara a cara en un aula se les ve el plumero. Y triunfan...

Podría seguir poniendo ejemplos, pero creo que ya tenéis suficientes. Sin quitarles el mérito, porque eso de llevar una máscara y aparentar ser quien no eres me parece harto difícil, todos ellos utilizan la misma técnica. No es nada complicado porque, al fin y al cabo, lo que todos queremos es ser felices. Nos fijamos en los pequeños detalles que nos simplifican la vida y perseguimos objetivos bastante comunes en la vida (trabajo, hogar, familia)... O sea, somos todos carne de cañón para quienes no tienen ni valores, ni escrúpulos. Pero triunfan...

Imagen: http://www.flickr.com/photos/navroopsehmi/239313194/